viernes, 30 de octubre de 2015

Quince minutos con... Shannon Spencer


En esta segunda entrega de Quince minutos con… queremos saber un poco más de Shannon. Ella es de las más veteranas del grupo, ya que lleva más de cuatro años ocupando uno de los apartamentos de Dolls Crazy House. Aunque la vemos de vez en cuando participando en distintas actividades y concursos, muchas cosas sobre ella siguen siendo un misterio. ¿Lograremos desvelar alguno?

Pregunta: Háblanos un poco de tu familia y tu infancia.

Respuesta: Soy natural de Brighton, pero he vivido en Londres desde que empecé la Universidad. Soy hija única, y tanto mis padres como otros familiares me mimaron bastante desde niña. No voy a negarlo: de pequeña era bastante insoportable. Fue al salir de casa y darme de bruces con la dura realidad cuando empecé a espabilar un poco.


P: Nos gustaría que hablaras en detalle de tu carrera profesional.
R: El mundo del periodismo me empezó a enganchar de adolescente, cuando leí un par de libros sobre el escándalo Watergate en el colegio e indagué acerca del tema por mi cuenta. Vi unas cuantas películas del estilo Primera plana y Buenas noches, y buena suerte y me enamoré del ideal del periodista que no saca noticias, sino que muestra al mundo la vergüenza de sus líderes. No creo que sea necesario decir que mis años de carrera me demostraron de sobra que esos tiempos habían pasado… y además, cuando terminé, me costó mucho empezar a buscar trabajo. Ser una chica no ayudaba a que me tomaran en serio, y la presión de mi madre y mis tías, que decían que era una pena que “una chica tan guapa” se dedicase a eso, hizo que aterrizase en el mundo de las revistas de moda.


P: Fue en la revista Chic-Chic donde conociste a Alyssa, ¿no es así?
R: Efectivamente. Trabajé allí durante tres años, y creo que aguanté tanto porque me llevaba muy bien con mis compañeras, entre ellas Alyssa. No obstante, al cambiar la redactora jefa decidí marcharme. La nueva no me cayó muy bien, así que pensé que era el empujón que necesitaba. Eché currículum en un periódico deportivo y tuve la suerte de que me contrataron para una nueva columna de opinión que buscaba atraer a un nuevo tipo de público con una mirada diferente a los deportes. Tuvieron la decencia de no utilizar la palabra “femenina”… Llevo en el mismo puesto desde entonces. Tengo la inmensa suerte de trabajar con un equipo muy variado y abierto dentro de un sector que tradicionalmente es bastante machista.


P: Ya sabemos que tus principales hobbies son los deportes, pero, ¿cuáles son? Y además de ésos, ¿qué te interesa?
R: Me gustaría poder decir que me gustan todos los deportes, pero hay algunos, como el ciclismo, que ganan enteros en la práctica. Soy una fan fatal del Moto GP, pero lo que practico es kickboxing. También me gusta hacer yoga. En general soy muy de gimnasio, pero no soy de ésas que tratan de convencer a los demás para que vayan; yo voy a mi rollo totalmente. Fuera del mundo de los deportes me encantan los mercados de antigüedades y los dramas de época. Tengo todas las temporadas de Arriba y abajo en Blu-Ray y las veo regularmente.

P: Cora es tu mejor amiga, la conoces desde el instituto; también eres amiga de Alyssa. ¿Qué hay del resto de chicas de Dolls Crazy House? ¿Y de los chicos?
R: Me relaciono más con mis compañeros del trabajo que con las vecinas, la verdad. Odile y Maëlys me parecen muy simpáticas, pero están un poco locas para mí. Me gustaría conocer un poco mejor a Lena; nos hemos saludado y poco más, pero creo que podemos llegar a llevarnos bien. No es más que una corazonada. En cuanto a los hombres, bah… No estoy muy interesada en una relación romántica. Un compañero del trabajo y yo estuvimos tonteando durante unas semanas, pero no llegó a nada serio. Ésa ha sido mi única experiencia romántica en los últimos meses.


P: ¿Cuál crees que es tu mayor defecto?
R: Soy muy seria. No puedo evitarlo, y sé que intimida a mucha gente, por eso no soy muy popular. También puedo llegar a ser muy hermética, y gracias a esa combinación explosiva me he ganado a pulso fama de huraña. No han sido pocos los que han dicho a mis espadas que soy de esas “guapas que se lo tienen tan creído que se creen superiores al resto de los mortales”… Dicho a mis espaldas pero así alto, para que me entere.

P: ¿Qué te atrae de los demás?
R: ¿Te refieres a características personales o físicas?

P: A ambas.
R: Creo que busco cosas bastantes parecidas en amigos y amantes. Me interesa la gente con opiniones fuertes y capaces de argumentar sus puntos de vista con solidez; respeto mucho a la gente que es capaz de sentir pasión por algo pero al mismo tiempo no dejar que esa pasión domine sus vidas. Busco que tanto hombres como mujeres me traten como a una igual, y créeme, mi experiencia personal me ha demostrado que es mucho menos común de lo que podría parecer. En el aspecto de lo físico me atraen mucho los hombres con una barba cuidada y tatuajes.


P: ¿A qué lugar te gustaría viajar?
R: Me llaman mucho los viajes de aventura, pero lamentablemente nunca he llegado a hacer ninguno, en parte porque para eso sí que me gustaría ir acompañada, y nunca nadie puede. Creo que mi viaje ideal sería recorrer el Amazonas en barco pero en condiciones, es decir: apeándome en numerosos puntos para conocer gentes diferentes y todos esos lugares que cruza el río. En pocas palabras, podría pasarme un par de meses en Sudamérica.

P: ¿Cuál es el mejor recuerdo de tu infancia?
R: Cuando cumplí diez años, mi madre había organizado una fiesta familiar tipo princesa Disney estándar a la que no me apetecía lo más mínimo asistir, porque ya de aquéllas no era ése mi rollo. Así que mi abuelo paterno montó un plan alternativo: compró dos entradas para un partido de fútbol y allá fuimos los dos sin decírselo a nadie. Nos cayó una bronca impresionante al volver a casa de noche, ¡pero nos lo pasamos de bien! Mereció la pena.


P: Para finalizar, nos gustaría saber qué clase de bebidas alcohólicas te gustan.
R: ¡Ésa es graciosa! He cambiado mucho. Al comenzar la Universidad bebía whisky para sentirme glamourosa en base a mi imagen romántica del periodismo, pero a medida que ese aspecto decaía y mis finanzas demostraban no estar a la altura me fui pasando al vodka. A veces tomo cócteles, pero sólo si el nombre no me suena ridículo. Es una manía que tengo.

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